viernes, 5 de junio de 2015

El malware es una plaga cada vez mayor

No debe extrañar a nadie que el malware se esté extendiendo por el mundo a pasos agigantados; del mismo modo que las simpáticas aplicaciones móviles, el internet de las cosas y la propia electrónica ganan terreno en multitud de ámbitos de la vida diaria, el cibergamberrismo y los crackers con ánimo de lucro proliferan de la misma forma: la actividad de todo el enjambre social gira en torno a donde hay algún provecho.
En los años 80 y en los 90 del siglo pasado se solía asumir que los programas maliciosos no eran más que una creación con voluntad vandálica o simplemente traviesa. Pero, en los últimos lustros, la cosa ha cambiado, porque la mayoría del malware se genera con fines económicos.
Los spyware recogen información de los usuarios para luego venderla al mejor postor, los hijackers cambian la configuración del navegador web y lo redirigen a conveniencia, muchas veces para hace pishing bancario, los adware lanzan publicidad intrusiva; los keyloggers monitorizan la actividad de los teclados y almacenan datos de acceso, los stealers roban esos datos pero si ya están recordados en el equipo; los dialers realizan llamadas telefónicas a números tafiricación especial tomando el control del módem, las botnets son redes de ordenadores infectados para el envío masivo de spam o emprender ataques a organizaciones con el propósito de extorsionarlas o causarles un perjuicio, losrogue simulan la infección de un sistema informático e incitan a los usuarios a desembolsar dinero a cambio de una solución de software que, claro, no sirve para nada o incluso para instalar uno realmente malicioso; los ransomware, criptovirus o secuestradores, cifran los archivos de un ordenador para que no se pueda acceder a ellos y pedir un rescate para recuperarlos, en bitcoins porque es una divisa muy difícil de rastrear.

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