Tener la última expresión en tarjetas gráficas siempre
es tentador para cualquier usuario. Los juegos están alcanzando una
calidad visual formidable, y esto sumado al aumento constante de las
resoluciones utilizadas, la lógica indica que necesitamos más poder para
mover más gráficos. Sin embargo, con algunos ajustes sencillos podrás
obtener un poco más de jugo de tu tarjeta gráfica, incluyendo la
posibilidad de un ligero overclocking. Aquí te mostraremos qué debes buscar.
Por defecto, los controladores de una tarjeta gráfica ofrecen un equilibrio entre calidad y rendimiento
que debería ser satisfactorio para la mayoría de los usuarios. Sin
embargo, ¿desde cuándo dejamos que una configuración quede por defecto?
No en NeoTeo, y no si se trata de algo tan importante como una tarjeta gráfica.
La idea es muy sencilla: Queremos ejecutar nuestros títulos con la
mayor calidad y la mayor velocidad que sea posible. Obviamente, cada
juego tiene opciones para controlar el nivel de detalle gráfico, y con
la configuración adecuada puedes ganar muchos cuadros por segundo. Sin
embargo, el primer paso para la optimización de una tarjeta gráfica comienza por fuera del juego, y sobre el controlador. AMD, Nvidia e Intel
ofrecen sus propios paneles de control para que el usuario pueda
realizar ajustes. En el caso de AMD y Nvidia, las opciones suelen ser
más numerosas, pero eso no significa que no puedas hacer funcionar un
poco mejor al humilde vídeo integrado Intel.
Como siempre sucede en estos casos, lo ideal es que hayas instalado en el ordenador la última versión disponible de controladores. El “AMD Catalyst”
lleva el número 11.3, lanzado a finales de marzo, mientras que en el
caso de Nvidia, la última versión es la 270.61, y fue publicada hace
apenas ocho días. La historia se complica un poco entre las opciones de
vídeo de Intel, ya que los controladores no están unificados. El más
reciente está disponible para el vídeo integrado a los nuevos
procesadores Sandy Bridge, y su versión es 15.21.13.64.2342. Si
tu hardware es un poco más antiguo, existe la posibilidad de que los
nuevos controladores no sean compatibles. Un ejemplo adecuado sería el
de las tarjetas Geforce FX, cuyo último controlador oficial se remonta a octubre de 2006. Existen “controladores modificados”
por terceros que incorporan soporte de tarjetas antiguas en
controladores nuevos, pero deberás tomarlos con pinzas. La inestabilidad
está a la orden del día, y con la certificación de controladores
requerida por Windows 7 y 8, su proceso de instalación puede ser algo complejo.
Aunque cada empresa suele colocar nombres ligeramente diferentes a cada
una de las opciones de optimización, por suerte las más importantes
comparten muchos aspectos en común. Una de las más famosas es la sincronización vertical, o simplemente “v-sync”.
La idea del v-sync es sincronizar los cuadros por segundo con la tasa
de refresco del monitor. En otras palabras, la tarjeta gráfica debe “esperar” a que el monitor esté listo para recibir a un nuevo cuadro. Esto evita el famoso “desgarro”
en la imagen, pero lo cierto es que si la tarjeta gráfica no puede
entregar más cuadros por segundo que la tasa de refresco, la penalidad
en el rendimiento puede ser muy importante, hasta de un 50 por ciento. Las opciones para el usuario se reducen a tres: Desactivar el v-sync, dejar que la aplicación lo controle, o activarlo junto con el búfer triple. La primera opción es la más sencilla. Deberás evaluar qué tanto desgarro hay en la imagen del juego, y determinar si es algo “tolerable”
para tu gusto. La segunda opción da un control más directo sobre el
v-sync, ya que puedes cambiarlo de forma dinámica desde el interior del
juego, y comprobar con mayor precisión los efectos del desgarro. Por
último, el v-sync activado debería ir acompañado con la opción de búfer triple.
Esto reduce la penalidad en el rendimiento, siempre y cuando la tarjeta
gráfica tenga suficiente memoria disponible. Como adición, son muchos
los reportes que mencionan un aumento en la latencia de los controles si
el v-sync está activado. Si el ratón y el teclado responden con demora
en algunos juegos cuando utilizas el v-sync, deberías probar a
desactivarlo.
Otras dos funciones que pueden afectar de forma considerable al rendimiento de una tarjeta gráfica son el “anti-aliasing” y el filtro anisotrópico. El anti-aliasing es algo así como “anti-serruchado”,
y es una técnica que busca reducir la apariencia “dentada” tanto de
líneas como de objetos en una imagen. A menor resolución, más notable
será el efecto. Existen varios modos de anti-aliasing disponibles, cada
uno de ellos con un rendimiento diferente dependiendo del juego y los
niveles de optimización. Pero cuanto más alto sea el nivel de
anti-aliasing, mayor será la cantidad de recursos que la tarjeta gráfica
deberá asignar a esto, afectando así el rendimiento final. Si el juego
en cuestión ofrece un regulador de anti-aliasing, lo mejor será
especificar en el controlador que sea utilizado de acuerdo a la aplicación. Forzar la desactivación del anti-aliasing
también es una opción válida para obtener un mayor rendimiento,
especialmente si utilizas una resolución muy alta, en la cual los
efectos del anti-aliasing no serán tan destacados. Como recomendación,
comienza con niveles entre 2X y 4X, y estudia de cerca la
velocidad para encontrar el mejor equilibrio. Por otro lado, si la
intención es ganar cuadros por segundo como sea, el anti-aliasing
debería ser desactivado, pero no se verá muy bonito que digamos…
De la misma forma en la que el anti-aliasing optimiza la apariencia de las líneas en la pantalla, el filtro anisotrópico
hace lo mismo con las texturas. De acuerdo al nivel de calidad original
de una textura y al nivel que se haya configurado en el juego, podrás
ver que posee un detalle importante cuando se está cerca de ella (por ejemplo, los ladrillos en un muro),
pero cuando la textura se aleja y es observada desde cierto ángulo,
tanto su distorsión como la pérdida de calidad aumentan. Para compensar
esto, usualmente se utilizaban los filtros de textura bilineal y
trilineal. Estos filtros están basados en un patrón cuadrado, y funciona
siempre de la misma forma sin importar la dirección, por eso se los
considera “isotrópicos”. Sin embargo, las distancias y los ángulos de
cámara requieren que, para obtener una mayor calidad, el filtro sea más
flexible y trabaje con otros patrones, o sea, “anisotrópico”. Los valores del filtro anisotrópico van desde 1X (una sola muestra),
hasta 16X. Hoy en día, las tarjetas permiten usar niveles muy altos de
filtro anisotrópico, con valores de 8X o 16X, sin un impacto tan grande
en el rendimiento. Sin embargo, no todo el hardware es igual. Algunas
tarjetas sufren a este filtro más que otras. Lo más “rápido” para un
juego sería bajar a los modos bilineal y trilineal, pero no pierdes nada
con probar dos o cuatro muestras de filtro anisotrópico.
Lo que nos queda por explorar es el viejo y querido overclocking de la tarjeta gráfica.
Dejando de lado al universo de los procesadores, tanto el chip como la
memoria de una tarjeta gráfica pueden ser configurados par que operen un
poco por fuera de los parámetros establecidos por el fabricante. Hace
algunos años se consideraba que el overclocking de una tarjeta gráfica
era más riesgoso que el overclocking del procesador. Mis primeras
experiencias sobre overclocking de vídeo retroceden hasta la eterna “Diamond Monster 3D”,
basada en el chip Voodoo 1 que para muchos fue el hardware que
realmente trajo los gráficos 3D a los ordenadores. Dicho overclocking
requirió dos disipadores, dos sopladores, varios precintos y cantidades
tóxicas de grasa siliconada, pero funcionó de todas formas. Hoy, lejos
de ser rechazado, el overclocking es ofrecido incluso como un extra por los fabricantes. Las tarjetas salen con “overclocking de fábrica”, y se ofrecen utilidades personalizadas (como el MSI Afterburner)
que hacen muy sencillo a todo el proceso. Por otro lado, los
controladores también ofrecen un módulo de overclocking. Los Catalyst
tienen una sección llamada AMD Overdrive en la que puedes configurar manualmente la velocidad del GPU y la memoria. También puedes usar el “auto-tune”,
pero demandará varios minutos, y los resultados no son del todo
consistentes entre sí. Todas las advertencias sobre overclocking siguen
en pie aquí.
Como se puede apreciar hasta aquí, se trata de funciones comunes disponibles en casi todas las tarjetas gráficas,
que pueden tener una influencia muy grande en el rendimiento de los
juegos. Pero también debemos ser razonables. Algunos usuarios invierten
cientos de euros en esta clase de hardware para no tener que tocar nada,
aunque aquellos que operan con un presupuesto más bajo buscarán
aprovechar al máximo lo que tienen. Cuando funciona, el v-sync puede
enriquecer la experiencia de juego, pero a pesar de sus beneficios son
más los casos en los que el usuario prefiere desactivarlo. La historia
del anti-aliasing y el filtro anisotrópico es un poco más oscura. Cada
controlador posee diferentes opciones, y el soporte final lo determina
el mismo hardware, por lo tanto, estamos ante un minucioso trabajo de
exploración. Las limitaciones del overclocking son bien conocidas. Hay
hardware que puede ser forzado de forma más intensa, mientras que otro
apenas dejará subir los deslizadores un par de megahertz. La llegada de
las pantallas LCD ha traído algunas limitaciones, y en muchos casos,
operar por debajo de la resolución nativa no es una opción. Aún así,
deberías estar dispuesto a intentar esto. Si bien no hay un “tweak”
mágico que duplicará el rendimiento, realizar una optimización de tu tarjeta de vídeo sin dudas vale la pena.
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